miércoles, 25 de junio de 2008

A veces, al ver a los chicos de hoy, creo que nuestra infancia, la de los de 30 a 40, fue mas bien tonta. Mi nena de 3 años maneja el navegador de internet con una soltura increíble, por pura memoria visual. Y yo me topé con una computadora recién a los 21. Como todos, me siento orgullosa de las capacidades que reflejan estos chicos, porque me hacen sentir que soy madre de una superdotada, que en realidad no es más que una criatura inocente que refleja y exterioriza la multiplicidad de estímulos que existen hoy por hoy. Estímulos que sus papis no teníamos. Imágenes y palabras que se graban en sus cerebros y se convierten en generadores de ideas y argumentos sorprendentes. Me pregunto si yo hubiera sido diferente en mi desarrollo intelectual de haber contado con semejantes posibilidades. Jamás lo voy a saber. Finalmente, es hora de aceptar que hasta acá llegué, y de intentar humildemente que mis hijas aprovechen y maximicen estas oportunidades, sin perder el candor de la niñez.

Y ésta es la pequeñita de la casa,
Sofía Juliana.