martes, 3 de abril de 2007

Visitante

Viniste desde la penumbra

Encaramándote sobre mis hombros

Heriste con el fuego

La insolencia, la cerrazón, el hastío, la voracidad

Estos despojos que de mí se esparcen

Cierro los ojos para no verte

Pero estás ahí, frente a mí e implacable

Estiro los dedos para tocarte

Y comprobar que eres una sombra

Pero no

Tu cuerpo es tan sólido

Como este invierno que nace

Tus cabellos ya no ríen,

Pero tu carcajada es temible

Tus caricias se vierten heladas

Cada vez que me nombras

Tus pies andan descalzos

Y sangrientos

Tu sexo huérfano, tu humedad ardiente

Qué quieres de mí, qué me imploras

Si no eres más que el umbral de mi memoria

Qué exiges, famélico

De estos brazos que te dejaron muerto

Qué carne blanda buscas

En mi corazón

Qué fibra escondida

Si mi alma abandonó el sentimiento

Hace años ya

Si yerra perdida

Desde que tú y yo

Separamos nuestras vidas

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